martes, septiembre 19, 2006

El Mago y sus Ovejas - Gurdjieff - Ouspensky

En esta ocasión deseo sugerirles la lectura de una parábola que viene escrita en el libro de "En busqueda de lo milagroso: Fragmentos de una enseñanza Desconocida" de P.D. Ouspensly donde Gurdijieff atraves de su discipulo Ouspensky narra este cuento que ilustra muchos aspectos del hombre en si mismo. Esta parábola es una de mis favoritas como antesala a posteriores comentarios sobre la condicion humana, las religiones, el control mental a escala mundial y lo que han representado todos los sitemas de creencias. En esencia somos parte de un sistema de control en donde hay necesidad de "darnos cuenta" de la programación mental (condicionamiento) y de buscar al "mago". El mago puede ser una entidad politica, religiosa o una autoridad externa. Pero a mi modo de ver, el mago más poderoso es el que esta instalado en cada uno de nosotros y quien nos dicta "quienes debemos de ser".



Los dejo con la breve parabola de "El Mago y Sus ovejas"
"Hay una historia oriental que habla acerca de un mago muy rico que tenía muchas ovejas. Pero al mismo tiempo este mago era muy malvado. No quería contratar pastores, ni quería levantar una cerca alrededor de la pradera donde pastaban sus ovejas. A consecuencia de esto las ovejas a menudo se perdían en el bosque, caían en cañadas y demás, y sobre todo se escapaban, porque sabían que el mago quería su carne y sus pieles y esto no los gustaba.

"Al fin el mago encontró un remedio. Hipnotizó a sus ovejas y les hizo creer primero que nada que eran inmortales y que no se les estaba haciendo ningún daño cuando les quitaban la piel, que, al contrario, sería muy bueno para ellas e incluso placentero; en segundo lugar les hizo creer que el mago era un buen amo que amaba a su rebaño tanto que estaba listo para hacer cualquier cosa en el mundo por él; y en tercer lugar les hizo creer que si algo les fuera a ocurrir no les iba a pasar en ese momento, en cualquier caso no ese día, y por lo tanto no tenían necesidad de pensar acerca de ello. El mago incluso les hizo creer que eran leones, a otros que eran águilas, a otros que eran hombres, y a otros que eran magos.

"Y después de esto todas sus preocupaciones acerca de las ovejas llegaron a su fin. Nunca más escaparon sino que tranquilamente esperaban el momento en que el mago requiriera de su carne y su piel".



Les mando un saludo
Atte.
Lordbryce

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miércoles, septiembre 06, 2006

Las Emanaciones del Aguila

Este escrito que forma parte del libro El Don del Águila de Carlos Castaneda podria tomarse como el epílogo de nuestra serie "El mundo No Existe". Aunque no por ser epílogo sean considerados los siguientes fragmentos como menores, sino más bien las declaraciones que hacen realmente cimbrar las bases de lo que llamamos realidad. Observen los paralelismos con Karl Pribram y con la Teoria Sintérgica de Jacobo Grinberg. La foto que ven a la izquierda es una representacion de Quetzalcoatl la Serpiente emplumada.

Estracto del Libro del Don del Águila por Carlos Castaneda.

Don Juan me explicó que el mundo que percibimos no tiene existencia trascendental. Como estamos familiariza­dos con él creemos que lo que percibimos es un mundo de objetos que existen tal como los percibimos, cuando en rea­lidad no hay un mundo de objetos, sino, más bien, un universo de emanaciones del Águila.

Esas emanaciones representan la única realidad inmuta­ble. Es una realidad que abarca todo lo que existe, lo per­ceptible y lo imperceptible, lo cognocible y lo incognocible. ( o bien lo Imperceptible , lo que se puede conocer y lo que no s epuede conocer)

Los videntes que ven las emanaciones del Águila las llaman mandatos a causa de su fuerza apremiante. Todas las criaturas vivientes son apremiadas a usar las emanaciones, y las usan sin llegar a saber lo que son. El hombre común y corriente las interpreta como la realidad. Y los videntes que ven las emanaciones las interpretan como la regla.

A pesar de que los videntes ven las emanaciones, no tienen manera de saber qué es lo que están viendo. En vez de enderezarse con conjeturas superfluas, los videntes se ocupan en la especulación funcional de cómo se pueden interpretar los mandatos del Águila. Don Juan sostenía que intuir una real­idad que trasciende el mundo que percibimos se queda en el nivel de las conjeturas; no le basta a un guerrero conjeturar que los mandatos del Águila son percibidos instantáneamente por todas las criaturas que viven en la tierra, y que ninguna de ellas los perciben de la misma manera. Los guerreros deben tratar de presenciar el flujo de emanaciones y "ver" la manera como el hombre y otros seres vivientes lo usan para construir su mundo perceptible.

Cuando propuse utilizar la palabra "descripción" en vez de emanaciones del Águila, don Juan me aclaró que no estaba haciendo una metáfora. Dijo que la palabra descripción connota un acuerdo humano, y que lo que percibimos emer­ge de un mandato en el que no cuentan los acuerdos humanos.

2. La atención es lo que nos hace percibir las emanaciones del Águila como el acto de "desnatar"

Don Juan decía que la percepción es una facultad física que cultivan las criaturas vivientes; el resultado final de este cultivo en los seres humanos es conocido, entre los videntes, como "atención". Don Juan describió la atención como el ac­to de enganchar y canalizar la percepción. Dijo que ese acto es nuestra hazaña más singular, que cubre toda la gama de alternativas y posibilidades humanas. Don Juan estableció una distinción precisa entre alternativas y posibilidades. Alternativas humanas son las que estamos capacitados para escoger como personas que funcionan dentro del medio so­cial. Nuestro panorama de este dominio es muy limitado. Po­sibilidades humanas resultan ser aquellas que estamos capa­citados para lograr como seres luminosos.

Don Juan me reveló un esquema clasificatorio de tres tipos de atención, enfatizando que llamarlos "tipos" era erróneo. De hecho, se trata de tres niveles de conocimiento: la primera, la segunda y la tercera atención; cada una de ellas es un domi­nio independiente, completo en sí.

Para un guerrero que se halla en las fases iniciales de su aprendizaje, la primera atención es la más importante de las tres. Don Juan decía que sus proposiciones explicatorias eran intentos de traer al primer plano el modo como funciona la primera atención, algo que es totalmente desapercibido por nosotros. Consideraba imperativo que los guerreros compren­dieran la naturaleza de la primera atención si es que iban a aventurarse en las otras dos.

Me explicó que a la primera atención se le ha enseñado a moverse instantáneamente a través de todo un espectro de las emanaciones del Águila, sin poner el menor énfasis evidente en ello, a fin de alcanzar "unidades perceptuales" que todos nosotros hemos aprendido que son perceptibles. Los videntes llaman "desnatar" a esta hazaña de la primera atención, porque implica la capacidad de suprimir las emanaciones superfluas y seleccionar cuáles de ellas se deben enfatizar.

Don Juan explicó este proceso tomando como ejem­plo la montaña que veíamos en ese momento. Sostuvo que mi primera atención, al momento de ver la montaña, ha­bía desnatado una infinita cantidad de emanaciones para obtener un milagro de percepción; un desnate que todos los seres humanos conocen porque cada uno de ellos lo ha logrado alcanzar por sí mismo.

Los videntes dicen que todo aquello que la primera aten­ción suprime para obtener un desnate, ya no puede ser re­cuperado por la primera atención bajo ninguna condición. Una vez que aprendemos a percibir en términos de desnates, nuestros sentidos ya no registran las emanaciones superfluas. Para dilucidar este punto me dio el ejemplo del desnate "cuerpo humano". Dijo que nuestra primera atención está totalmente inconsciente de las emanaciones que componen el luminoso cascarón externo del cuerpo físico. Nuestro ca­pullo oval no está sujeto a la percepción; se han rechazado las emanaciones que lo harían perceptible en favor de las que permiten a la primera atención percibir el cuerpo físico tal como lo conocemos.

Por tanto, la meta perceptual que tienen que lograr los ni­ños mientras maduran, consiste en aprender a aislar las emana­ciones apropiadas con el fin de canalizar su percepción caótica y transformarla en la primera atención; al hacerlo, aprenden a construir desnates. Todos los seres humanos maduros que rodean a los niños les enseñan a desnatar. Tarde o temprano los niños aprenden a controlar su primera atención a fin de percibir los desnates en términos semejantes a los de sus maestros.

Don Juan nunca dejó de maravillarse con la capacidad de los seres humanos de impartir orden al caos de la percepción. Sostenía que cada uno de nosotros, por sus propios méritos, es un mago magistral y que nuestra magia consiste en imbuir de realidad los desnates que nuestra primera atención ha aprendido a construir. El hecho de que percibimos en térmi­nos de desnates es el mandato del Águila, pero percibir los mandatos como objetos es nuestro poder, nuestro don má­gico. Nuestra falacia, por otra parte, es que siempre acabamos siendo unilaterales al olvidar que los desnates sólo son reales en el sentido de que los percibimos como reales, debido al poder que tenemos para hacerlo. Don Juan llamaba a esto un error de juicio que destruye la riqueza de nuestros misterio­sos orígenes.

3. A los desnates les da sentido el primer anillo de poder.

Don Juan decía que el primer anillo de poder es la fuer­za que sale de las emanaciones del Águila para afectar exclusi­vamente a nuestra primera atención. Explicó que se le ha re­presentado como un "anillo" a causa de su dinamismo, de su movimiento ininterrumpido. Se le ha llamado anillo "de po­der" debido, primero, a su carácter compulsivo, y, segundo, a causa de su capacidad única de detener sus obras, de cam­biarlas o de revertir su dirección.

El carácter compulsivo se muestra mejor en el hecho de que no sólo apremia a la primera atención a construir y perpetuar desnates, sino que exige un consenso de todos los participantes. A todos nosotros se nos exige un completo acuerdo sobre la fiel reproducción de desnates, pues la conformidad al primer anillo de poder tiene que ser total.

Precisamente esa conformidad es la que nos da la certeza de que los desnates son objetos que existen como tales, in­dependientemente de nuestra percepción. Además, lo com­pulsivo del primer anillo de poder no cesa después del acuer­do inicial, sino que exige que continuamente renovemos el acuerdo. Toda la vida tenemos que operar como si, por ejem­plo, cada uno de nuestros desnates fueran perceptualmente los primeros para cada ser humano, a pesar de lenguajes y de culturas, Don Juan concedía que aunque todo eso es dema­siado serio para tomarlo en broma, el carácter apremiante del primer anillo de poder es tan intenso que nos fuerza a creer que si la "montaña" pudiera tener una conciencia propia, ésta se consideraría como el desnate que hemos aprendido a cons­truir.

La característica más valiosa que el primer anillo de po­der tiene para los guerreros es la singular capacidad de in­terrumpir su flujo de energía, o de suspenderlo del todo. Don Juan decía que ésta es una capacidad latente que existe en todos nosotros como unidad de apoyo. En nuestro estrecho mundo de desnates no hay necesidad de usarla. Puesto que es­tamos tan eficientemente amortiguados y escudados por la red de la primera atención, no nos damos cuenta, ni siquiera vagamente, de que tenemos recursos escondidos. Sin embargo, si se nos presentara otra alternativa para elegir, como es la opción del guerrero de utilizar la segunda atención, la capaci­dad latente del primer anillo de poder podría empezar a fun­cionar y podría usarse con resultados espectaculares.

Don Juan subraya que la mayor hazaña de los brujos es el proceso de activar esa capacidad latente; él lo llamaba blo­quear el intento del primer anillo de poder. Me explicó que las emanaciones del Águila, que ya han sido aisladas por la primera atención para construir el mundo de todos los días, ejerce una presión inquebrantable en la primera atención. Para que esta presión detenga su actividad, el inten­to tiene que ser desalojado. Los videntes llaman a esto una obstrucción o una interrupción del primer anillo de poder.

4. El intento es la fuerza que mueve al primer anillo de poder.

Don Juan me explicó que el intento no se refiere a tener una intención, o desear una cosa u otra, sino más bien se tra­ta de una fuerza imponderable que nos hace comportarnos de maneras que pueden describirse como intención, deseo, voli­ción, etcétera. Don Juan no lo presentaba como una condición de ser, proveniente de uno mismo, tal como es un hábito producido por la socialización, o una reacción biológica, sino más bien lo representaba como una fuerza privada, íntima, que poseemos y usamos individualmente como una llave que hace que el primer anillo de poder se mueva de maneras aceptables. El intento es lo que dirige a la primera atención para que ésta se concentre en las emanaciones del Águila dentro de un cierto marco. Y el intento también es lo que or­dena al primer anillo de poder a obstruir o interrumpir su flujo de energía.

Don Juan me sugirió que concibiera el intento como una fuerza invisible que existe en el universo, sin recibirse a si misma, pero que aun así afecta a todo: fuerza que crea y que mantiene los desnates.

Aseveró que los desnates tienen que recrearse incesante­mente para estar imbuidos de continuidad. A fin de recrearlos cada vez con el frescor que necesitan para construir un mundo viviente, tenemos que intentarlos cada vez que los construi­mos. Por ejemplo, tenemos que intentar la "montaña" con todas sus complejidades para que el desnate se materialice completo. Don Juan decía que para un espectador, que se comporta exclusivamente con base en la primera atención sin la intervención del intento, la "montaña" aparecería como un desnate enteramente distinto. Podría aparecer como el des­nate "forma geométrica" o "mancha amorfa de coloración". Para que el desnate montaña se complete, el espectador debe intentarlo, ya sea involuntariamente a través de la fuerza apremiante del primer anillo de poder, o premeditadamente, a través del entrenamiento del guerrero.

Don Juan me señaló las tres maneras como nos llega el in­tento. La más predominante es conocida por los videntes como "el intento del primer anillo de poder". Este es un intento ciego que nos llega por una casualidad. Es como si estuvié­ramos en su camino, o como si el intento se pusiera en el nuestro. Inevitablemente nos descubrimos atrapados en sus mallas sin tener ni el menor control de lo que nos está sucediendo.

La segunda manera es cuando el intento nos llega por su propia cuenta. Esto requiere un considerable grado de propó­sito, un sentido de determinación por parte nuestra. Sólo en nuestra capacidad de guerreros podemos colocarnos vo­luntariamente en el camino del intento; lo convocamos, por así decirlo. Don Juan me explicó que su insistencia por ser un guerrero impecable no era nada más que un esfuerzo por dejar que el intento supiera que él se está poniendo en su camino.

Don Juan decía que los guerreros llaman "poder" a este fenómeno. Así es que cuando hablan de tener poder perso­nal, se refieren al intento que les llega voluntariamente. El resultado, me decía, puede describirse como la facilidad de encontrar nuevas soluciones, o la facilidad de afectar a la gente o a los acontecimientos. Es como si otras posibilidades, desconocidas previamente por el guerrero, de súbito se vol­viesen aparentes. De esta manera, un guerrero impecable nunca planea nada por adelantado, pero sus actos son tan decisivos que parece como si el guerrero hubiera calculado de antemano cada faceta de su actividad.

La tercera manera como encontramos al intento es la más rara y compleja de las tres; ocurre cuando el intento nos permite armonizar con él. Don Juan describía éste estado como el verdadero momento de poder: la culminación de los esfuerzos de toda una vida en busca de la impecabilidad. Só­lo los guerreros supremos lo obtienen, y en tanto se encuen­tran en ese estado, el intento se deja manejar por ellos a vo­luntad. Es como si el intento se hubiera fundido en esos gue­rreros, y al hacerlo los transforma en una fuerza pura, sin preconcepciones. Los videntes llaman a este estado el "in­tento del segundo anillo de poder", o "voluntad".

5. El primer anillo de poder puede ser detenido mediante un bloqueo funcional de la capacidad de armar desnates.

Don Juan decía que la función de los no-haceres es crear una obstrucción en el enfoque habitual de nuestra primera atención. Los no-haceres son; en este sentido, maniobras des­tinadas a preparar la primera atención para el bloqueo funcio­nal del primer anillo de poder o, en otras palabras, para la interrupción del intento.

Don Juan me explicó que este bloqueo funcional, que es el único método de utilizar sistemáticamente la capacidad laten­te del primer anillo de poder, representa una interrupción temporal que el benefactor crea en la capacidad de armar des­nates del discípulo. Se trata de una premeditada y poderosa intrusión artificial en la primera atención, con el objeto de empujarla más allá de las apariencias que los desnates cono­cidos nos presentan; esta intrusión se logra interrumpiendo el intento del primer anillo de poder.

Don Juan decía que para llevar a cabo la interrupción, el benefactor trata al intento como lo que verdaderamente es: un proceso, un flujo, una corriente de energía que eventual­mente puede detenerse o reorientarse. Una interrupción de esta naturaleza, sin embargo, implica una conmoción de tal mag­nitud que puede forzar al primer anillo de poder a detenerse del todo; una situación imposible de concebir bajo nuestras condiciones normales de vida. Nos resulta impensable que podamos desandar los pasos que tomamos al consolidar nuestra percepción, pero es factible que bajo el impacto de esa interrupción podamos colocarnos en una posición perceptual muy similar a la de nuestros comienzos, cuando los mandatos del Águila eran emanaciones que aún no imbuíamos de signi­ficado.

Don Juan decía que cualquier procedimiento que el bene­factor pueda cesar para crear esta interrupción, tiene que estar íntimamente ligada con su poder personal, por tanto, un benefactor no emplea ningún proceso para manejar el in­tento, sino que a través de su poder personal lo mueve y lo pone al alcance del aprendiz.

En mi caso, don Juan logró el bloqueo funcional del pri­mer anillo de poder mediante un proceso complejo, que combinaba tres, métodos: ingestión de plantas alucinogé­nicas, manipulación del cuerpo y maniobrar el intento mismo.

En el principio don Juan se apoyó fuertemente en la inges­tión de plantas alucinogénicas, al parecer a causa de la persis­tencia de mi lado racional. El efecto fue tremendo, y sin em­bargo retardó la interrupción que se buscaba. El hecho de que las plantas fueran alucinogénicas le ofrecía a mi razón la justificación perfecta para congregar todos sus recursos dispo­nibles para continuar ejerciendo el control. Yo estaba conven­cido de que podía explicar lógicamente cualquier cosa que experimentaba, junto con las inconcebibles hazañas que don Juan y don Genaro solían llevar a cabo para crear las interrup­ciones, como distorsiones perceptuales causadas por la inges­tión de alucinógenos.

Don Juan decía que el efecto más notable de las plantas alucinogénicas era algo que cada vez que las ingería yo inter­pretaba como la peculiar sensación de que todo en torno a mí exudaba una sorprendente riqueza. Había colores, formas, de­talles que nunca antes había presenciado. Don Juan utilizó este incremento de mi habilidad para percibir, y mediante una serie de órdenes y comentarios me forzaba a entrar en un estado de agitación nerviosa. Después manipulaba mi cuer­po y me hacía cambiar de un lado al otro de la conciencia, hasta que había creado visiones fantasmagóricas o escenas completamente reales con criaturas tridimensionales que era imposible que existieran en este mundo.

Don Juan me explicó que una vez que se rompe la relación directa entre el intento y los desnates que estamos construyendo, ésta ya nunca se puede restituir. A partir de ese mo­mento adquirimos la habilidad de atrapar una corriente de lo que él conocía como "intento fantasma", o el intento de los desnates que no están presentes en el momento o en el lugar de la interrupción, eso es, un intento que queda a nuestra dis­posición a través de algún aspecto de la memoria.

Don Juan sostenía que con la interrupción del intento del primer anillo de poder nos volvemos receptivos y maleables; un nagual puede entonces introducir el intento del segundo anillo de poder. Don Juan se hallaba convencido de que los niños de cierta edad se hallan en una situación parecida de receptividad; al estar privados de intento, quedan listos para que se les imprima cualquier intento accesible a los maestros que los rodean.

Después de un periodo de ingestión continua de plantas alu­cinogénicas, don Juan descontinuó totalmente su uso. Sin em­bargo, obtuvo nuevas y aún más dramáticas interrupciones en mí manipulando mi cuerpo y haciéndome cambiar de esta­dos de conciencia, combinando todo esto con maniobrar el intento mismo. A través de una combinación de instrucciones mesmerizantes y de comentarios apropiados, don Juan creaba una corriente de intento fantasma, y yo era conducido a expe­rimentar los desnates comunes y corrientes como algo inima­ginable. El conceptualizó todo eso como "vislumbrar la in­mensidad del Águila".

Don Juan me guió magistralmente a través de incontables interrupciones de intento hasta que se convenció, como viden­te, que mi cuerpo mostraba el efecto del bloqueo funcional del primer anillo de poder. Decía que podía ver una actividad desacostumbrada en mi cascarón luminoso en torno al área de los omóplatos. La describió como un hoyuelo que se había formado exactamente como si la luminosidad fuese una capa muscular contraída por un nervio.

Para mí, el efecto del bloqueo funcional del primer ani­llo de poder fue que logró borrar la certeza que toda mi vida había tenido de que era "real" lo que reportaban mis senti­dos. Calladamente entré en un estado de silencio interior. Don Juan decía que lo que le da a los guerreros esa extrema incertidumbre que su benefactor experimentó a fines de su vida, esa resignación al fracaso que él mismo se hallaba vivien­do, es el hecho de que un vislumbre de la inmensidad del Águila nos deja sin esperanzas. La esperanza es resultado de nuestra familiaridad con los desnates y de la idea de que los controlamos. En tales momentos sólo la vida de guerrero nos puede ayudar a perseverar en nuestros esfuerzos por descubrir lo que el Águila nos ha ocultado, pero sin esperanzas de que podamos llegar a comprender alguna vez lo que descubrimos.

6. la segunda atención.

Don Juan me explicó que el examen de la segunda atención debe de comenzar con darse cuenta de que la fuerza del primer anillo de poder, que nos encajona, es un lindero físico, concre­to. Los videntes lo han descrito como una pared de niebla, una barrera que puede ser llevada sistemáticamente a nuestra con­ciencia por medio del bloqueo del primer anillo de poder; y luego puede ser perforada por medio del entrenamiento del guerrero.

Al perforar la pared de niebla, uno entra en un vasto estado intermedio. La tarea de los guerreros consiste en atravesarlo hasta llegar a la siguiente línea divisoria, que se deberá perforar a fin de entrar en lo que propiamente es el otro yo o la segun­da atención.

Don Juan decía que las dos líneas divisorias son perfecta­mente discernibles. Cuando los guerreros perforan la pared de niebla, sienten que se retuercen sus cuerpos, o sienten un inten­so temblor en la cavidad de sus cuerpos, por lo general a la de­recha del estómago o a través de la parte media, de derecha a izquierda. Cuando los guerreros perforan la segunda línea, sienten un agudo crujido en la parte superior del cuerpo, algo como el sonido de una pequeña rama seca que es partida en dos.

Las dos líneas que encajonan a las dos atenciones, y que las sellan individualmente; son conocidas por los videntes como las líneas paralelas. Estas sellan las dos atenciones mediante el hecho de que se extienden hasta el infinito, sin permitir jamás el cruce a no ser que se les perfore.

Entre las dos líneas existe un área de conciencia específica que los videntes llaman limbo, o el mundo que se halla entre las líneas paralelas. Se trata de un espacio real entre dos enor­mes órdenes de emanaciones del Águila; emanaciones que se hallan dentro de las posibilidades humanas de conciencia. Uno es el nivel que crea el yo de la vida de todos los días, y el otro es el nivel que crea el otro yo. Como el limbo es una zona transi­cional, allí los dos campos de emanaciones se extienden el uno sobre el otro. La fracción del nivel que nos es conocido, que se extiende dentro de esa área, engancha a una porción del pri­mer anillo de poder; y la capacidad del primer anillo de poder de construir desnates, nos obliga a percibir una serie de desna­tes en el limbo que son casi como los de la vida diaria, salvo que aparecen grotescos, insólitos y contorsionados. De esa ma­nera el limbo tiene rasgos específicos que no cambian arbitra­riamente cada vez que uno entra en él. Hay en él rasgos físicos que semejan los desnates de la vida cotidiana.

Don Juan sostenía que la sensación de pesadez que se expe­rimenta en el limbo se debe a la carga creciente que se ha colocado en la primera atención. En el área que se halla justa­mente tras de la pared de niebla aún podemos comportarnos como lo hacemos normalmente; es como si nos encontráramos en un mundo grotesco pero reconocible. Conforme penetra­mos más profundamente en él, más allá de la pared de niebla, progresivamente se vuelve más difícil reconocer los rasgos o comportarse en términos del yo conocido.

Me explicó que era posible hacer que en vez de la pared de niebla apareciese cualquier otra cosa, pero que los videntes han optado por acentuar lo que consume menor energía: visualizar ese lindero como una pared de niebla no cuesta ningún esfuerzo.

Lo que existe más allá de la segunda línea divisoria es cono­cido por los videntes como la segunda atención, o el otro yo, o el mundo paralelo; y el acto de traspasar los dos linderos es conocido como "cruzar las líneas paralelas".

Don Juan pensaba que yo podía asimilar este concepto más firmemente si me describía cada dominio de la conciencia co­mo una predisposición perceptual específica. Me dijo que en el territorio de la conciencia de la vida cotidiana, nos hallamos inescapablemente enredados en la predisposición perceptual de la primera atención. A partir del momento en que el primer anillo de poder empieza a construir desnates, la manera de cons­truirlos se convierte en nuestra predisposición perceptual normal. Romper la fuerza unificadora de la predisposición perceptual de la primera atención implica romper la primera lí­nea divisoria. La predisposición perceptual normal pasa enton­ces al área intermedia que se halla entre las líneas paralelas. Uno continúa construyendo desnates casi normales durante un tiem­po. Pero conforme se aproxima uno a lo que los videntes llaman la segunda línea divisoria, la predisposición perceptual de la pri­mera atención empieza a ceder, pierde fuerza. Don Juan decía que esta transición está marcada por una repentina incapacidad de recordar o de comprender lo que se está haciendo.

Cuando se alcanza la segunda línea divisoria, la segunda aten­ción empieza a actuar sobre los guerreros que llevan a cabo el viaje. Si éstos son inexpertos, su conciencia se vacía, queda en blanco. Don Juan sostenía que esto ocurre porque se están aproximando a un espectro de las emanaciones del Águila que aún no tienen una predisposición perceptual sistematizada. Mis experiencias con la Gorda y la mujer nagual más allá de la pa­red de niebla era un ejemplo de esa incapacidad. Viajé hasta el otro yo, pero no pude dar cuenta de lo que había hecho por la simple razón de que mi segunda atención se hallaba aún in­formulada y no me daba la oportunidad de organizar todo lo que había percibido.

Don Juan me explicó que uno empieza a activar el segundo anillo de poder forzando a la segunda atención a despertar de su estupor. El bloqueo funcional del primer anillo de poder logra esto. Después, la tarea del maestro consiste en recrear la condición que dio principio al primer anillo de poder, la con­clusión de estar saturado de intento. El primer anillo de poder es puesto en movimiento por la fuerza del intento dado por quienes enseñan a desnatar. Como maestro mío él me estaba dando, entonces, un nuevo intento que crearía un nuevo me­dio perceptual.

Don Juan decía que toma toda una vida de disciplina incesan­te, que los videntes llaman intento inquebrantable, preparar al segundo anillo de poder para que pueda construir desnates del otro nivel de emanaciones del Águila. Dominar la predis­posición perceptual del yo paralelo es una hazaña. de valor in­comparable que pocos guerreros logran. Silvio Manuel era uno de esos pocos.

Don Juan me advirtió que no se debe intentar dominarla deliberadamente. Si esto ocurre, debe de ser mediante un pro­ceso natural que se desenvuelve sin un gran esfuerzo de nuestra parte. Me explicó que la razón de esta indiferencia estriba en la consideración práctica de que al dominarla simplemente se vuelve muy difícil romperla, pues la meta que los guerreros persiguen activamente es romper ambas predisposiciones per­ceptuales para entrar en la libertad final de la tercera atención.

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viernes, septiembre 01, 2006

Bodhidharma y el Budismo Zen

El Maestro Bodhidharma

Encontre un articulo muy completo sobre Bodhidharama que me permito reproducir aqui mismo. Tenia intención de hacer un artículo especial acerca de Bodhidharama pero el desarrollado por Francisco Duque de la pagina Bodhidharma es muy completo y si ustedes se fijan bien hay un paralelismo muy cercano al articulo que escribi el dia de ayer cuando hable sobre Hui Neng, solamente que a la inversa. Francisco Duque escribe sobre Bodhidharma y toca a Hui Neng y ayer escribi sobre Hui Neng pero toque a Bodhidharma en el tema. Aqui se ahonda mucho mas sobre Bodhidharma y se relata tambien de manera similar al articulo anterior, cual es el evento que marca el nacimiento de esta doctrina del Zen. Casi al finalizar el articulo donde se habla del destierro de Hui Neng del monasterio, hay una parte que dice "Siendo Shen-Hsiu el naturalmente designado para tal honor y habiendo vencido a Hui-Neng en la disputa doctrinal, se generó una discordia entre los discípulos de ambos." en esta parte no coincidimos porque se reconoce que Hui-Neng habia sido el vencedor de la competencia de estrofas sobre la comprension de la enseñanza del Buddha y como Hui Neng fue el vencedor se genero esa discordia entre los monjes por este motivo el Abad del monasterio decide por seguridad de Hui Neng que abandone el monasterio.

Les dejo con este interesante articulo sobre el maestro Bodhidharama.

Saludos
Lordbryce

Bodhidharma

por Francisco Duque Vela

Es de común aceptación que el Budismo se distingue por dos corrientes de pensamiento que se oponen doctrinalmente a pesar de la común paternidad y dependencia con las enseñanzas de Gautama. Nos referimos al Mahayana (Gran Vehículo) y al Hinayana (Pequeño Vehículo). El Ideal Mahayánico se puede simbolizar por el Bodhisattva que representa la Doctrina del Corazón o de la Compasión infinita hacia todos los seres, reconociendo que todos tienen la posibilidad de participar de la Iluminación, y, en cierto modo, la liberación del Bodhisattva se ve justificada sólo si conduce y acoge a todos los seres, renunciando al Nirvana. De ahí que se le haya denominado «Gran Vehículo», con el objeto de transportar a todos hacia el objetivo final. Por el contrario el Hinayana privilegia la iluminación individual y suele verse en el Arhat, el símbolo del que se libera de la ilusión sin renunciar al Nirvana, y por lo tanto sin pensar en el resto de los seres como condición.

Los seguidores del Mahayana afirman que la doctrina original del Buda es genuinamente mahayánica, y que Kasyapa, su principal discípulo, habría conservado las enseñanzas esotéricas o Doctrina del Corazón encargando a Ananda la difusión de la religión o Doctrina del Ojo, pero es muy probable que Nagarjuna, en el siglo I, le haya otorgado un verdadero cuerpo doctrinal y orientación al Mahayana, cuya esencia es conservada y transmitida por Bodhidharma cinco siglos más tarde.

El Budismo en China

El Budismo entró en China probablemente unos tres siglos a.C. Algunas teorías indican que habrían sido misioneros enviados por el emperador Asoka a través de la ruta comercial de la seda como ocurrió con la expansión hacia Africa y Europa.

Algunos cronistas de la Dinastía Han se refieren a los cultos budistas del valle del Ganges y se relaciona al emperador Huang-Ti (246-209 a.C.) con monjes provenientes de India que habrían intentado predicar el Budismo infructuosamente.

La versión china de la entrada del Budismo es atribuida al emperador Ming-Ti (siglo I), quien habría soñado con la figura del Buda, lo que se interpretó como un signo del Cielo para la adoración de un nuevo dios. Ming-Ti envió entonces una gran embajada hacia el oeste para encontrar las señales del mensaje. Esta volvió más tarde con numerosos monjes y dos sabios budistas indos, haciéndose construir una pagoda budista. Más tarde, decenas de monjes y bikhus llegarían desde la India y otros países para predicar la nueva fe en China.

Sin embargo el Budismo tropezó con algunas dificultades al asentarse en este nuevo territorio por sus propias características, que chocaron de un modo inconveniente con el pensamiento social imperante y no se adaptaron fácilmente a las doctrinas de Confucio. En primer lugar el desarraigo familiar y político del Budismo no era compatible con el sentimiento más acendrado del pensamiento confuciano: la piedad filial, el culto a los antepasados y el ajuste a las normas y procedimientos sociales estrictos entre los que se contaba la autosuficiencia y la responsabilidad político-social. Si el Budismo logró simpatizantes es porque se asemejaba bastante más -al menos en lo doctrinal- al Taoísmo, mucho más liberal y alejado del mundo.

No cejaron los esfuerzos por incrementar la participación budista en China, y en el 335, bajo la Dinastía Tsin del este, el sabio Budhojhanga, traductor de grandes obras al chino, entre ellas el Dhammapadha, logra el reconocimiento oficial del Budismo. En el 405 se produce la llegada de Kumarajiva, que aporta una gran cantidad de obras y da origen a algunas corrientes que hacían hincapié en el conocimiento intelectual de la doctrina. Posteriormente encontramos a Paramartha que llega en el 546 y también se dedica a la difusión de las obras y exposiciones del Mahayana. Quizás este exceso de erudición mantuvo al Budismo confinado a la corte y se limitó a discusiones entre algunos expertos, pero no consigue impactar en la mentalidad y la búsqueda de la sabiduría de los chinos.

Por ello se hacía necesaria una asimilación de la idiosincrasia china al Budismo y se piensa que el éxito de esta fórmula radica principalmente en el pensamiento de Bodhidharma y la doctrina del Zen.

Aparición de Bodhidharma.

Fuentes Históricas Como sabemos, en el largo desarrollo de la Humanidad se han confeccionado dos Historias que corren paralelamente como afluentes de un mismo río, por lo que intentaremos esbozar lo poco que se conoce en ambos sentidos sobre la presencia de Bodhidharma como personaje histórico.

La figura de Bodhidharma (Ta-Mo en China y Budai-Daruma-Daishi en Japón) resulta muy controvertida históricamente hablando. Algunos eruditos aún hoy ponen en duda su existencia debido a la escasa información con que se cuenta.

Las fuentes que se reconocen como más o menos auténticas serían:

-Biografías de Monjes Ejemplares, de Tao-hsuan escrita hacia el 645.

-Los Anales de la Transmisión de la Lámpara, de Tao-yuan escrita hacia el 1002.

Según estos textos, Bodhidharma nació alrededor del año 440 en la ciudad de Kanchi, capital del reino Pallava (sur de la India). Era el tercer hijo del rey Simhavarman y brahmín por nacimiento. Convertido desde joven al Budismo, recibió instrucción de Prajnatara, que había sido llamado desde Maghada por su padre, y es él mismo quien le incita a ir hacia China.

Cerrada la ruta comercial por las invasiones de los Hunos, Bodhidharma se embarca en el cercano puerto de Mahabalipuram, recorriendo el sur de la India y la península maláyica; tarda unos tres años en llegar al puerto de Nanhai, en el sur de China, por el año 475.

Como China se hallaba dividida en las Dinastías Wei en el norte y Liu Sung en el sur, la mentalidad imperante producía algunas diferencias en la asimilación del Budismo por parte de los norteños y sureños, siendo estos últimos de corte más intelectual y erudito y poco dados a la práctica. Habría permanecido visitando monasterios budistas, que según censos de la época llegaban a unos 2000 con un clero de 36.000 personas en el sur y 6500 templos con 80.000 integrantes en el norte. Tao-yuan fecha la llegada de Bodhidharma en el 520 (unos 45 años más tarde que la versión de Tao-hsuan) donde sería acogido por el emperador Wu de la Dinastía Liang, siendo invitado a la capital Chienkan para una entrevista que resultó poco productiva, pues frente a la profunda piedad y esfuerzo en los méritos que le expuso el Emperador, Bodhidharma predicó el origen de su misión expresado en los siguientes términos: «Una transmisión especial fuera de las escrituras, con ninguna dependencia de las palabras o de las letras, dirigiéndose directamente hacia el alma del hombre, contemplar su propia naturaleza y realizar el estado de Buda».

La tradición quiere que haya anunciado su misión con estas palabras:

La razón original de mi venida a este país fue transmitir la Ley, a fin de salvar a los confusos. Una flor de cinco pétalos se abre, y la producción del fruto vendrá de por sí.

Este contraste con el Emperador lo lleva a cruzar el Yangtzé e instalarse en el norte. Permanece cerca de Pingcheng y probablemente sigue a los monjes que se trasladaron con el emperador Hsiao-wen a su nueva capital Loyang a orillas del río Lo, en el 494 -según Tao-hsuan-. En el 496, el Emperador ordena la construcción del templo de Shaolin, en el monte Sung, provincia de Honan, al sudeste de Loyang, para otro maestro indo, pero es Bodhidharma el que se instala en sus dependencias y le otorga la fama posterior. Se dice que en el pico Shaoshi del monte Sung, Bodhidharma se refugia en una caverna para permanecer sentado meditando frente a una pared rocosa, situada a un kilómetro del templo, por ello es conocido como Pikwan Po-lo-men, o «el Brahmán que mira la muralla».

En su estancia en Loyang, probablemente en el templo Yungming, que albergaba a monjes extranjeros (que hacia el 534 acogía a unos 3000 provenientes hasta de Siria), ordenó a un monje llamado Sheng-fu, que poco después partió hacia el sur sin haber predicado la doctrina. Luego se menciona a Tao-yu, que permaneció con Bodhidharma unos 5 ó 6 años y que aun cuando entendió el Camino nunca enseñó; y Hui-k'o, que se convertiría en su sucesor y depositario del manto y el cuenco sagrado, reliquia que Bodhidharma habría traído desde la India y que sería el empleado por el propio Buda para la limosna; además se dice que le entregó una traducción del Sutra Lankavatara. La leyenda quiere que Hui-k'o haya sido manco habiéndole presentado el brazo cortado como testimonio de su inconmovible voluntad de transformarse en su discípulo.

Luego, en el 528 y poco después de haber transmitido su doctrina a Hui-k'o, muere envenenado por un monje celoso. Según Tao-yuan, los restos de Bodhidharma fueron enterrados en el templo de Tinglin, en la montaña de la Oreja del Oso, cerca de Loyang. Después de esto, que puede ser más o menos verídico, la leyenda afirma que tres años más tarde, un funcionario que caminaba por las montañas de Asia central se encuentra con Bodhidharma, quien le explica que se marcha hacia la India; llevaba un bastón con una única sandalia colgando. Este encuentro despierta la curiosidad de los monjes que acuden a la tumba del Maestro, verificando que se encontraba vacía con una única sandalia en su interior.

H.P. Blavatsky afirma en su Doctrina Secreta que la misión de Bodhidharma es refundar el Budismo Esotérico de la Escuela Tsung-Men, la verdadera Doctrina del Corazón, subdividida más tarde en cinco escuelas, lo que se infiere de sus palabras acerca de la flor de cinco pétalos.

Se discute todavía si dejó escritos o si su enseñanza era meramente intuitiva y carente de explicaciones. Blavatsky le otorga autoría sobre diversos libros y los estudiosos le atribuyen tradicionalmente, aunque discutible, las siguientes obras: Meditación sobre los Cuatro Actos, Tratado sobre el Linaje de la Fe, Sermón del Despertar, Sermón de la Contemplación de la Mente.

Además suele otorgársele autoría sobre un pergamino denominado el I-Chin-Ching, tratado que contendría instrucciones formativas de carácter psicofísico que se interpretarían como la base -y única relación- con ejercicios de artes marciales, ya que estaban destinados a fortalecerlos física y psíquicamente con el objeto de facilitarles la accesis hacia los estados de conciencia superiores; sin embargo estas últimas referencias no se encuentran contenidas en las biografías tradicionales.

Estos textos se encuentran clasificados dentro de la exposición exotérica y forman parte del Ch'ang o escuela Zen que se estructuraría después de él, principalmente a partir del Sexto Patriarca Hui-Neng.

Ahora, acerca de la difundida paternidad de Bodhidharma sobre las artes marciales de Shaolin, en sentido estricto, no existen referencias en ninguna de las dos fuentes mencionadas, y para afirmar -aparte del texto antes mencionado- el desarrollo de ejercicios o sistemas gimnásticos psicofísicos marciales a la manera del Hatha-yoga, debemos dejar espacio a la leyenda que corre paralela a la historia. En este último tema, se suele atribuir a Bodhidharma la preparación de los monjes, con el objeto no sólo de fortalecer sus condiciones sino además capacitarse para la defensa, motivada por el relativo aislamiento del Templo y la peligrosidad de los caminos infestados de bandidos y animales feroces. Algunos relatos dicen que el Maestro transformó brazos y piernas en eficaces armas de combate, otorgándole un prestigio sin igual al naciente estilo del Shaolin-Shu, enriquecido muy probablemente con elementos parapsicológicos, cosa que era común entre los monjes budistas como acaeció con los primeros que arribaron en la época de Huang-Ti y que escaparon de un modo milagroso tras haber sido víctimas de torturas y encierros. Posteriormente esta fama creció de un modo extraordinario y muchos militares que huían de los manchúes se refugiaron en el Templo aportando su propia experiencia al estilo e incrementando la complejidad de su prácticas de modo tal que siglos más tarde sería imposible distinguir la huella de Bodhidharma entre el entramado de técnicas con armas y sin armas que constituían la base de varias formas de lucha atribuidas a Shaolin.

Referencias Míticas

Como en todos los casos de la historia de los Adeptos, su vida se encuentra plagada de mitos y leyendas que ensalzan y justifican el increíble impacto, que tan nebulosa existencia dejó en el misticismo budista chino, sólo comparable al de la vida y enseñanzas del propio Gautama.

Por ejemplo se relata que cuando Bodhidharma sostuvo el encuentro con el emperador Wu, éste le expuso la imperiosa necesidad de practicar actos piadosos y del mérito de las obras como condición para alcanzar el estado de Buda. El Maestro le replicó que ni el mérito ni las buenas obras acercaban al discípulo ni un ápice hacia la Iluminación, que antes bien, la ruptura de todo condicionamiento mental, de todo prejuicio, eran necesarios para alcanzar el Budhado. Como el Emperador se mostrara contrariado por esta respuesta, Bodhidharma abandonó la corte sin mediar otra insinuación. Más tarde, y aconsejado por sus asesores, envió en la búsqueda del Maestro, pero el emisario lo perdió de vista cuando cruzaba el Yangtzé sobre un junco hueco.

Ya instalado en la caverna frente a la pared rocosa cerca de Shaolin, quiere la tradición que, al buscar Bodhidharma el estado de Iluminación necesario para la fundamentación de la existencia, se haya distraído con la imagen de una hermosa mujer (la tentación de Mara) y para resolver esto, decide meditar sobre un objeto o símbolo hasta detener el flujo mental. Como lo venciera el cansancio a menudo, decidió arrancarse los párpados y arrojarlos fuera de la cueva en la que habitaba. Pasado largo tiempo (nueve años según la leyenda) y habiendo logrado su propósito, bebió una pacificante bebida obtenida de unas hojas que crecieran del lugar en donde cayeron sus párpados, y esta planta fue luego conocida como Té.De un modo inequívoco se lo pinta o representa en esculturas con ojos saltones y carentes de párpados.

Su proveniencia mítica se identifica con el Cielo occidental o Shamballah, Patria legendaria de la jerarquía de Adeptos y salvadores.

Hasta él se acercó el que sería su discípulo Hui-k'o, quien, proviniendo de un linaje guerrero, habría llegado a despojarse de un brazo con su sable para demostrar así su fidelidad y su deseo de ser instruido. Aceptado ya, debió aún lanzarse al vacío y ante una muerte segura salió ileso, en virtud a la firme convicción de seguir a su Maestro. En su sucesión y hasta el Sexto Patriarca cabe hacer notar un hecho que si bien tiene un carácter simbólico sería digno de un artículo aparte. El traspaso de la doctrina se realizó en línea directa hasta el Quinto Patriarca, el cual tuvo dos discípulos al momento de su sucesión. Por un lado Hui-Neng es reconocido como el Sexto Patriarca del Budismo Zen y el verdadero iniciador de esta Escuela y se caracteriza por sus respuestas y conducta paradójicas propias de todos los maestros del Zen. Su origen es humilde y se resalta su carácter iletrado frente al del otro discípulo Shen-Hsiu, quien tomado por un erudito, representa vulgarmente al intelectual dogmático. Se dice que el manto de Bodhidharma habría sido entregado junto a la Doctrina hasta el Quinto Patriarca, pero éste se lo legó a su discípulo Hui-Neng por su mayor intuición del Zen, después de un concurso de poemas en que Shen-Hsiu, haciendo gala de sus conocimientos, ilustró a la mente como un espejo que debía ser limpiado. Hui-Neng respondió al desafío con un poema típicamente Zen; «No habiendo mente ni espejo, no hay nada que limpiar». El Maestro le otorgó la victoria, sin embargo le instruyó en relación a no entregar el manto posteriormente a nadie, ya que esto no era necesario en lo sucesivo. Siendo Shen-Hsiu el naturalmente designado para tal honor y habiendo vencido a Hui-Neng en la disputa doctrinal, se generó una discordia entre los discípulos de ambos. Más tarde Hui-Neng se va hacia el sur y funda su Escuela, que daría origen y desarrollo al Zen propiamente tal con sus características tan difundidas en nuestros días.

El origen de esta transmisión de la Enseñanza Interna se remonta al mismo Gautama y su discípulo Kasyapa quien -quiere la tradición- habría despertado a la Iluminación tras el enigmático sermón dado por el Buda en la Montaña Pico de Buitre, cuando levantó entre sus dedos una flor que sus discípulos le habían entregado, recogida de entre las diversas ofrendas depositadas por los numerosos concurrentes, esbozando una sonrisa. Tras un prolongado silencio, Kasyapa sonrió a la vez; enseguida el Buda se retiró dando por terminado el sermón. Los budistas zen quieren ver los orígenes de la Escuela del Zen en este encuentro, y el inicio de la Doctrina Secreta del Budismo.

Enseñanza de Bodhidharma

Las biografías antes mencionadas sólo dicen que Bodhidharma enseñó «Contemplación de la pared» y las cuatro prácticas descritas en la Meditación de los Cuatro Actos.

Estas escuetas referencias pueden extenderse y fundamentarse otra vez en lo que afirma H.P. Blavatsky cuando habla de la Doctrina del Ojo y la Doctrina del Corazón. La denominada Doctrina del Ojo, es la contenida en las escrituras exotéricas y difundida en un cuerpo religioso principalmente hacia el sur de la India y cobijada en el Hinayana. La enseñanza esotérica o Doctrina del Corazón sería la base del Mahayana, extendida hacia el norte y refugiada en el Tíbet y China, primero a través de Nagarjuna y Aryasangha y continuada de un modo estrictamente ordenado de Patriarca a Patriarca por lo menos hasta la época de Bodhidharma. Este, dice Blavatsky, es, junto con Nagarjuna, un reformador y autor de las obras más importantes de la escuela china de contemplación (Dan o Ch'ang de Dhyana).

Agreguemos además algunas referencias de la historia de Hui-k'o, sucesor de Bodhidharma. En el 534 el emperador Hsiao-wu muere asesinado y el reino norteño de Wu se dividió en dos dinastías Wei. A consecuencia de continuos ataques a la ciudad de Loyang, Hui-k'o se refugió probablemente en Wei oriental debido a que los gobernantes eran budistas y acogieron a todos los monjes que huían del conflicto. En la capital, Yeh, conoce a T'an Lin, erudito budista que traducía y prologaba sutras. Este encuentro despierta el interés de T'an Lin por las enseñanzas y escribe un prefacio a la Meditación de los Cuatro Actos. Hasta ahí la historia recoge datos sobre Bodhidharma.

Aunque el Maestro había sido antecedido por otros eminentes budistas de las escuelas contemplativas, la aparición fugaz y oscura de Bodhidharma provocó un increíble impacto. Si entendemos que sólo un discípulo es el depositario de tan extraordinaria revolución espiritual, no podemos explicarnos su difusión y enorme prestigio. No sabemos nada más, por razones obvias, acerca del trabajo de Bodhidharma y sus cinco ramas esotéricas, probablemente el verdadero fundamento de tal impacto, pero al parecer nos han quedado claros ejemplos de su enseñanza más popular, y siempre dentro de la línea contemplativa, el Zen.

Existen buenas razones para creer que los antecedentes contemplativos de Bodhidharma transmitieron los principios fundamentales del Sunyata, o «contemplación de la vacuidad del mundo», que enseña el Mahayana y que deriva en el Wu-wei-che-jen o estado de «verdadero hombre sin posición», el estado de Budha; pero se los suele simbolizar en el cojín de la meditación o las prácticas relacionadas con el Tantrismo que dieron origen a escuelas chinas y japonesas de Budismo. Sin embargo Bodhidharma lleva su enseñanza de la mano de la espada que Prajnatara -según cuenta la leyenda- le entregó junto con la doctrina, para cortar firmemente las ligaduras con el mundo y no remitirse a una purificación de la mente en una simple internalización que se asemeja más al Hinayana.

No abandona los sutras, y de hecho vuelve a ellos sin cesar, pero su transmisión es eminentemente práctica y está claramente orientada a la salvación del mundo, o sea es en esencia Doctrina del Corazón. En los cuatro sermones ya mencionados, y de los cuales se tienen versiones ahora muy antiguas, pues a principios de siglo se hallaron miles de manuscritos budistas de los siglos VII y VIII, época T'ang, en las Grutas de Tuhuang en China, que han sido trabajados y traducidos, se encuentran contenidas las enseñanzas recopiladas de Bodhidharma; las menciones a sutras son principalmente del Nirvana, Avatamsaka y Vimalakirti.

La Meditación sobre los Cuatro Actos.Este sermón describe brevemente la entrada al Camino a través de la razón (contemplación) y la práctica. La razón dice: «...significa comprender la esencia mediante la instrucción (la necesidad de un Maestro) y creer que todos los seres vivos comparten la misma naturaleza...», abandonando la ilusión, entrando en comunión con la cadena humana. Las cuatro prácticas son: sufrir la injusticia, o aceptación del Karma; adaptarse a los condicionamientos de la existencia; no buscar nada o matar el deseo; y practicar el Dharma. Las Cuatro Nobles Verdades.

El Tratado sobre el Linaje de la Fe. Propone que la búsqueda del Buda más allá de la Mente, como Yo real, es absurdo, y sostiene la perfecta identidad del Ser Interno o Propia Naturaleza con el Buda. Además hace hincapié en la inutilidad de las buenas obras y el mérito o el apego a la doctrina y la recitación de los sutras, frente al desvelamiento de la propia Naturaleza, como única vía de Iluminación.

El Sermón del Despertar. Este texto habla sobre la naturaleza del Nirvana o del estado de Iluminación que adviene tras el desapego total de las apariencias de este mundo, que generan en nosotros la sensación de lo agradable y lo desagradable, mediante lo cual se condiciona el Karma. Menciona aquí el vocablo Zen y lo define como un estado de vida en que se permanece inalterable, descondicionado y despierto, pero a la vez entregado a la caridad sin ningún tipo de pesar y renunciando a los frutos de dicho estado. El origen del sufrimiento es el mismo que el del Nirvana, por lo tanto se agota el sufrimiento en su vacío. Existe un necesario encadenamiento entre los Budas y los mortales cuando dice: «Los mortales liberan a los Budas y los Budas liberan a los mortales».

El Sermón de la Contemplación de la Mente. En la mente se encuentra la raíz de todas las cosas. El Sutra del Nirvana dice: «Todos los mortales cuentan con naturaleza búdica. Pero se halla cubierta con la oscuridad de la que no pueden escapar. Nuestra naturaleza Búdica es conocimiento: conocer y hacer que otros conozcan a otros. Realizar el conocimiento es la liberación». O sea, la contemplación de la mente es conocimiento. Conocimiento es ayudar a otros al propio conocimiento. La realización total del conocimiento es la liberación de todos los mortales. Tres venenos infunden la muerte y la perdición: el odio, la codicia y la ilusión. El Camino Moral, la Meditación y la Iluminación son las vías para contrarrestarlos. Esto se ve mejor explicado en las seis Paramitas o Caridad, Moralidad, Paciencia, Devoción, Meditación y Sabiduría. Explica que las referencias a las obras meritorias como la construcción de monasterios, la recitación de los sutras, la prescripción de alimentos o las purificaciones, son el símbolo de prácticas internas que tienen que ver con la localización de determinados motores ocultos en la naturaleza humana, por lo tanto valorizar el contenido de las obras sin las prácticas discipulares es caer en la ilusión y atenerse a las consecuencias kármicas de lo bueno y lo malo.

Como vemos, estos sermones se encuentran plenamente imbuídos de la doctrina Mahayánica de la compasión hacia todos los seres y el necesario encadenamiento de sabios y mortales para liberar a toda la Humanidad. Es la genuina enseñanza de los Maestros de Sabiduría que floreció de modo extraordinario en la oculta Transmisión de la Ley de un monje que vino del oeste para traer el Zen y algo más.

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Bibliografía Doctrina Secreta, Tomo VI. Helena Petrovna Blavastky.

El Budo Secreto. Michel Coquet y Carmelo Ríos.

Budismo Mahayana. B.H. Suzuki. Manual de Budismo Zen. D.T. Suzuki.

Tratado de Budismo Zen. D.T. Suzuki.

La Práctica del Zen. Chang Chen Chi. Enseñanzas Zen de Bodhidharma Red Pine. Noviembre de 1996

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